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Es cuando las últimas horas del año están a punto de morir uno de los mejores momentos para hacer balances. Para recordar lo bueno, todo lo conseguido a base de esfuerzo y sacrificio, pero sobre todo a base de ilusión.

Y son muchos los momentos con los que nos quedamos. Deportivamente, el pelear la temporada pasada por la Fase de Ascenso y quedarnos tan tan cerca; el estar ésta mejor que nunca. El llegar a unos niveles de juego y de madurez que hubiera sido difícil de imaginar. Pero quizá, lo que mayor sonrisa deje y sobre todo lo más importante de cara al futuro es lo no tan deportivo. Como que por ejemplo, nuestra Escuela de Voleibol echase a rodar por fin tras el verano y podamos empezar a forjar los campeones del mañana. O que cada vez sean los nuevos jugadores y jugadoras que se decidan a probar lo que es el voleibol. Ver su ilusión, las ganas con las que acuden a entrenar, su energía. Es imposible no contagiarse de esas vibraciones positivas. Que se haya hecho realidad el proyecto de las dos canchas para poder dar cabida a todos ellos y a todas ellas. O que sentir cómo nuestras andaduras cada vez son más valoradas, ya sea acudiendo al campo, ya sea con un “Ya he visto que este año estáis genial. Os sigo, aunque no os diga nada”. Y más que seguro nos estamos dejando. Estas cosas son, en definitiva, las que te animan a seguir luchando y a seguir sacando adelante este deporte que merece estar en otro lugar, en ese mismo al que cada vez estamos más cerca de llegar.

Así pues, brindemos porque nunca dejemos de crecer, de soñar, de sonreír. Adiós 2017, y sobre todo feliz 2018.

Laguntzaileak / Colaboradores

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